El gran conquistador Alejandro Magno El funeral del rey Alejandro Magno, rey macedonio y mayor conquistador de la historia, ha sido una de las funerales más caros y celebrados de la historia. Cuenta la leyenda que en su lecho de muerte, el rey pidió tres deseos a sus más fieles sirvientes y generales. Lo curioso es que estas tres peticiones han perdurado en el tiempo y siguen vigentes en los funerales de nuestra sociedad. El profundo significado filosófico y moralizante de estas tres conductas las ha convertido en enseñanzas atemporales de las que subyacen lecciones de vida trascendentales. Los tres deseos exigidos por el sabio rey para su funeral fueron los siguientes: 1-Que su ataúd fuese transportado a hombros por los médicos más eminentes de la época. 2- Que en el trayecto hacia la tumba fueran esparcidos sus tesoros más valiosos: desde piedras preciosas hasta los oros más puros. 3- Que se dejasen al descubierto sus manos, balanceándose fuera de su ataúd y a la vista de todo el pueblo. Ante estas peticiones, unos de sus generales más cercanos le cuestionó. A lo que Alejandro respondió: Deseo que los más ilustres médicos me transporten para demostraros que ante la muerte no poseen el poder de curar. Quiero que los bienes conquistados durante mi larga vida sean depositados en el suelo para mostraros que los bienes materiales aquí permanecen. Exijo que mis manos se balanceen al viento, para enseñaros que venimos a este mundo con las manos vacías y partimos de él con las manos vacías. Gran visionario, hombre de cultura y de gran sabiduría, convirtió el acontecimiento de funeral en toda una enseñanza de la vida. Las tradiciones actuales que seguimos viendo en el transcurso de los funerales no son más que actos legítimos que reflejan una sabiduría iluminada y esclarecida. Ilustran el verdadero significado de la vida y desvelan su verdadero tesoro: nuestro tiempo.

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